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Los seres queridos de Marc Márquez rememoran el instante en que tocó fondo antes

De su histórico regreso: “Hubo claros momentos de abandonarlo”. El de Cervera atravesó todo tipo de dificultades durante sus cinco años de calvario entre lesiones y el bajo rendimiento de la Honda

Marc Márquez logró uno de los regresos más sobresalientes de la historia del deporte después de conseguir su séptimo título de campeón de MotoGP, seis años tras su última corona.

Dejó atrás un calvario de lesiones y decisiones cruciales muy duras de tomar y, siguiendo su intuición, volvió a la cúspide del deporte que tanto ama.

Pero, si miramos atrás, conviene recordar que hubo períodos en los que su carrera estuvo a punto de terminar.

Uno de ellos fue después del Gran Premio de Indonesia, donde padeció otro episodio de diplopía y tomó la decisión de someterse por cuarta vez a quirófano para resolver los problemas de su hombro de una vez por todas.

En el documental “Marc, más que un regreso” de Dorna Sports, sus allegados explicaron cómo vivieron ese momento, que para muchos representa el punto donde Márquez tocó fondo.

“Para mí, es donde empezó más intensamente mi calvario”, comentaba José Luis Martínez, su compañero de entrenamiento.

“Hubo momentos muy claros y reales de desistir.

Cosas cotidianas, como dormir, no podía hacerlo porque el brazo me lo impedía”.

Te introduces en un bucle extremadamente complejo.

Las cosas no funcionan, aparecen dolores y no logras avanzar.

Es como chocar contra un muro una y otra vez.

“Me preguntaba por qué no podía mover el brazo como antes si todo estaba perfecto.

No entiendo nada”, decía el fisioterapeuta de Marc, Carlos J.

García.

“Yo le dije.

Le dije ‘Mira, Marc, no hace falta sufrir tanto’”, relataba Roser, su madre.

Su padre, Julián, también le repetía lo mismo: “Deja de sufrir, de cirugías y de todo.

Tienes la vida resuelta, dedícate a ser manager, asesor o lo que sea.

Por humor, le dije que si quería mi brazo”.

Sin embargo, la mentalidad de un campeón del mundo como Marc Márquez no conoce la palabra rendición.

Y por eso nunca tiró la toalla.

“No me sentía bien.

No dejaba de insistir: aquí hay algo que no cuadra.

Siento que mi brazo está en una posición y luego parece otra”.

Después descubrieron que tenía el hueso torcido 4°, se operó en Estados Unidos como última carta de su carrera y el resto, tantos años después, ya está plasmado en los libros de historia